Inspirada por este reconocimiento, como ser humano, como ciudadana y como Comunicadora hice una profunda reflexión sobre mi trasegar por el periodismo en la prensa, radio y televisión. Analicé mi papel de directora de noticiero tv, durante la época del narcoterrorismo, y de mis propias experiencias aprendí la lección: Si los grupos armados ilegales instrumentalizaban los Medios de Comunicación para propagar el miedo, estos mismos medios podían prestar el servicio democrático de propagar la confianza y empoderar a la ciudadanía. Si, en los años noventas, los medios nos habíamos convertido en especialistas en la vida y obra de los victimarios, a quienes entrevistábamos, convertíamos en protagonistas y llamábamos por sus nombres, mientras a las víctimas las reducíamos a números de heridos, muertos y desaparecidos, también podíamos saldar la deuda histórica con ellas, llamarlas por sus nombres, hacerlas visibles, reconocerles un rostro, una historia de vida truncada, contribuir a devolverles su dignidad arrebatada y abrirles los brazos, como sociedad democrática, para acogerlos como ciudadanos de plenos derechos.
Trabajar con ellos, es renacer con ellos. Es volver a empezar con ellos. Es estremecerse otra vez y reinventarse con ellos.
Recibo, emocionada, este honroso reconocimiento en nombre de ellas, las víctimas, y de los muchos colombianos solidarios, que trabajan silenciosamente, por y para ellas.
Continuaremos haciendo nuestros mejores esfuerzos para que los ideales que inspiraron el grito de Hidalgo, sean una realidad permanente en nuestros países y la Campana de Dolores siga sonando como un pregón perpetuo en estas tierras de libertad.
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